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miércoles, 20 de marzo de 2024

¿Por qué la filosofía?

 [Publicado en junio de 2022 en la Revista Cultural del IES Garcilaso de la Vega de Villacañas (Toledo)]


Cuando nos acercamos a la filosofía como disciplina académica, es frecuente que nos preguntemos qué función tiene, de su importancia en la vida de cada uno de nosotros. Aceptamos la necesidad de conocer la ciencia (en cualquiera de sus disciplinas), la lengua, los idiomas, la educación física, pero cuesta entender para qué estudiar filosofía.

Te invito a analizar un suceso muy concreto. Imagínate que sales de casa camino del instituto, cargado con tu chaqueta, la mochila, colocándote la mascarilla, mientras cierras la puerta a la vez que compruebas las notificaciones del móvil. Sin levantar la cabeza del teléfono, echas a andar bajándote de la acera al asfalto de la calle. No has visto a una bicicleta que viene lanzada. Y, sin posibilidad de esquivarte, choca contigo, desplazándote unos metros. Supón que ese golpe, que te pilla de improviso, te hace perder el conocimiento. Inmediatamente quienes han presenciado el accidente van a auxiliarte. Comienzan a intentar espabilarte, y un vecino se presta a que te lleven al sofá de su salón para que te recuperes, esperando que tranquilamente vuelvas en sí.

En el momento en el que abras los ojos tras el golpe, y tu mirada esté dirigida al techo, ¿qué preguntas inmediatas te harías? Por ejemplo, ¿te preguntarías por si hay mucha o poca luz en el salón? ¿O por el estado en el que está la pintura? ¿O por la posible mancha de humedad que parece dibujarse en una esquina? ¿Te interesarías por lo limpia que está su lampara?, ¿o porque le faltase alguna bombilla?... O más bien, las preguntas que se vendría a tus labios serían las de: “¿qué hago aquí?”, “¿dónde estoy?”, “¿qué me ocurre?”

Pues bien, el primer tipo de cuestiones serían las que se hace una persona desde los ojos de la ciencia: buscando explicaciones concretas, soluciones inmediatas, a problemas cotidianos; y las segundas, serían las que se hacen desde la perspectiva de la filosofía, donde la persona se pregunta por el sentido de la realidad en la que vive.

El ejemplo que acabo de mostrar no es mío, está inspirado en el de un ilustre catedrático de universidad de filosofía ya desaparecido, aunque desde hace años lo utilizo siempre en mis sesiones introductorias. Y me sirve para comprobar que la primera actitud de toda persona ante los problemas que nos plantea la realidad, es siempre filosófica; y solo en un segundo momento, esa preocupación se vuelve científica.

Esto no quiere decir que la ciencia no sea importante, porque gracias a ella somos capaces de comprender, explicar y anticipar los fenómenos naturales, para sacarles un provecho, un beneficio o para que no perjudiquen a la existencia humana. Una ciencia en la que hay que continuar profundizando: para intentar comprender aún más y mejor los procesos naturales, y para seguir perfeccionando la puntera tecnología de la que disfrutamos. Pero cuyo necesario desarrollo no agota el interés de toda persona, que en cualquier momento de su existencia se va a preguntar por el sentido de su vida y de la realidad en la que vive.

La civilización griega se despliega en torno a la pregunta de por qué y cómo se desarrollan los seres naturales. En la época medieval, la preocupación cambió a cómo debía darse la relación entre un supuesto ser creador y su obra, las criaturas (sus creaturas). Durante la época moderna, se cuestionaron por cómo acontece el auténtico conocimiento humano, y -más adelante, en la ilustración- si las personas pueden conseguir su libertad y autonomía moral. En el siglo XIX, aparecen las preocupaciones sobre el individuo, el sujeto, en relación a la realidad y sociedad en la que vive. La filosofía contemporánea se cuestiona hasta dónde el avance tecnológico nos hace más libre y autónomos, o cómo deben desarrollarse las relaciones sociales y los sistemas políticos para que en ellas las personas no se vean sometidas a los más diversos intereses.

Interrogantes que no buscan causas inmediatas que lo hayan provocado ni soluciones puntuales; sino esa causa última de la que todo procede, ese sentido de totalidad que toda persona indaga en la realidad para comprender su existencia. Y esto solamente lo aborda la filosofía, y se pongan como se pongan las autoridades políticas que diseñan los currículos académicos, la filosofía es una actitud tan natural del ser humano ante la realidad, que nadie podrá nunca suprimirla. Mientras haya personas, la visión filosófica será necesaria e imprescindible.

 

Eugenio Luján Palma - FILÓSOFO

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