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viernes, 23 de febrero de 2024

«Tomando un vino, daría las gracias a Unamuno por su valentía al defender la libertad del individuo»

 

[Entrevista realizada por el periodista Manuel Moreno para ABC Toledo, el 23 de febrero de 2024]


Si pudiera tomarse un vino con Unamuno, ¿qué le diría?

-Tendría el coraje de mirarle a los ojos y le daría las gracias por su valentía al haber sabido defender algo que deberíamos llevar todos en nuestro espíritu: la libertad del individuo. Esto es, en definitiva, lo que nos une y lo que nos permite estar en una sociedad donde cada uno pueda tener sus intereses y luchar por sus ideales.

Detrás de estas palabras se encuentra Eugenio Luján Palma, doctor en Filosofía y profesor en el IES La Sisla de la localidad toledana Sonseca. Es además especialista e investigador de la obra de Miguel de Unamuno, «pero no me considero un friqui de él», aclara.

«Sería una petulancia decir que he leído todo de Unamuno, porque salen cartas de este hombre cuando levantas una piedra -admite-. Pero sí lo he leído de manera evolutiva y he sido capaz de ver cómo nacen los conceptos en él y cómo se iban generando unos en otros».

Con ese bagaje, está asesorando a Pablo de Unamuno, nieto del ilustre escritor y filósofo, en la elaboración del discurso que leerá en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 6 de marzo. Contactó con Eugenio porque Pablo ejercerá de padrino en el acto en el que su abuelo será nombrado doctor honoris causa de la magna institución, de la que don Miguel fue rector en tres periodos. «Ha sido el intelectual más importante en España a nivel internacional», suelta Luján sin despeinarse.

También está colaborando con la Casa Museo de Unamuno en Salamanca. Porque Eugenio conoce al dedillo su vida intelectual y ha viajado a la ciudad charra para intervenir en el vídeo conmemorativo, realizado con textos del filósofo bilbaíno. «Es un orgullo para mí», afirma el profesor, quien ya ha recibido la invitación para asistir al acto del 6 de marzo.

«Unamuno no está en el programa de los alumnos que preparo para la EvAU»

Luján afirma rotundo que se han dicho muchas mentiras del pensador bilbaíno. «Por ejemplo, cuando se habla de su egocentrismo y de que quería ser inmortal, ser el hombre eterno en la sociedad. ¡Vamos a ver...!», dice como si se remangase. «¿Alguien quiere morirse? Pregunto. Todos queremos ser inmortales y Unamuno quería decir que hay que ser inmortal en las obras, en darse a los demás, en ofrecernos en nuestro trabajo. Y de esa forma permanecer eternos. Porque la eternidad de uno no deja de ser la memoria», expone Eugenio, que enlaza ideas: «De ahí viene la imagen y el concepto que él toma de Cristo. Porque para él Cristo no es el hijo de Dios, es el hijo del hombre. Es el hombre perfecto, el que se entrega a los demás, da todo por los demás y vive luego en los demás. Esta es la imagen que propone para el ser humano, que debe ser alguien que se vierta en sus obras a los otros y de esa manera conseguir la eternidad».

Eugenio se rompería la cara por Unamuno, de quien recibió el flechazo gracias a un catedrático, Diego Sánchez Meca. Sería 1995 o así. «Le presenté un proyecto de investigación para mi tesis doctoral que a él no le convenció. Y me propuso investigar la confluencia de Unamuno con Ortega [y Gasset]», empieza a relatar. «Como los filósofos somos así -continúa-, pues me empapé muy bien de quién era Unamuno. Y me di cuenta de que había muchas lagunas en la interpretación de su pensamiento y que lo que se contaba de él no era de Unamuno». Aprobó la tesis doctoral con sobresaliente cum laude por unanimidad del tribunal y don Miguel le entró en vena a Luján.

Siguiente pregunta. «Vamos a ver..., cómo te lo digo», se vuelve a remangar para contestar. «Unamuno es el ejemplo de persona que ha dedicado toda su vida a defender las libertades del individuo, y de ahí todos los conflictos que tuvo. Una vez que descubre el liberalismo con 20 años, no se mueve de ahí. Todo su afán fue siempre la defensa de las libertades el individuo, y eso es intocable», subraya.

«Porque su problema», hila, «es que no define y usa un lenguaje muy metafórico». «Por eso la gente corta y pega lo que le interesa cuando habla de él. ¡Claro que dijo! pero dónde, cómo, con qué influencia, en qué contexto... Y es eso lo que creo que he sido capaz de ver», sintetiza el profesor, que estudió Filosofía y Ciencias de la Educación.


Eugenio Luján con Pablo de Unamuno, a la izquierda, en la grabación del vídeo conmemorativo por el nombramiento de su abuelo como doctor honoris causa

Asevera también que han mal utilizado a Unamuno. «Lo que sabemos de él fue lo que nos vendió el nacionalcatolicismo. Digamos que en la época franquista se dibujó una momia de Unamuno y es la que se sigue vendiendo todavía y explicando en los institutos», denuncia.

Pone ejemplos de antes y de ahora. «En Filosofía yo no estudié a Unamuno y en Castilla-La Mancha no se estudia a Unamuno como pensador español. Es filósofo, pero no entra en el temario. ¡Es una cosa alucinante! Sólo se le cita en el tema de la Generación del 98, el noventayochismo». Y ya que ha roto en tablas, como los toros con casta, Eugenio sigue en la cresta de la ola: «Unamuno no está en el programa de los alumnos que preparo para la EvAU. En mi instituto, como sucede en toda Castilla-La Mancha, sí se habla de Ortega [y Gasset], pero a Unamuno ni se le nombra».

«Unamuno ha sido el intelectual más importante en España a nivel internacional»

No se deja en el tintero el destierro del pensador vasco, cuando lo llevaron «al ostracismo». «Estuvo más de cien días y luego se exilió, cinco años. Durante el destierro, a Primo de Rivera y a Alfonso XIII se les echó toda la Europa cultural y tuvieron que dar marcha atrás porque no equilibraron el desajuste que habían causado», afirma Luján. «¡Fíjate el pulso que echó Unamuno, que dijo que él no volvía hasta que ellos no se fueran! Y se cruzaron en el camino. Él regresaba del destierro envuelto en la bandera de la libertad con la República y ellos salían desterrados: Primo de Rivera, a París, y Alfonso XIII, a Roma», relata Eugenio.

 

Cuando se le pregunta por una frase célebre de Unamuno, Luján se queda con ésta: «Con madera de recuerdos armamos las esperanzas». Dice que es la que más le representa. Por dos motivos: por ser conceptos esenciales en su obra y por ser el enganche de su pensamiento con la tradición filosófica española. «Recuerdos, o memoria, y esperanzas son conceptos entresacados de la mística, pero desacralizados para su uso filosófico», ilustra.

A estas alturas del texto, no habrá dudas de que Unamuno es un personaje presente en la familia de Eugenio. Sus hijas, desde niñas, escucharon a su padre hablar del pensador bilbaíno. Y Luján recuerda la conversación «bastante interesante» en casa, «exponiendo nuestras ideas unos y otros», después de ir todos juntos a ver la película de Amenábar sobre la figura de don Miguel, 'Mientras dure la guerra'.

-¿Qué pensaría Unamuno ahora?

-No se casaría con nadie, como hacía entonces. La famosa disputa con Azaña, por la que los progresistas o gente del PSOE no le han perdonado todavía, fue porque la República que Azaña estaba diseñando cortaba las libertades. Cuando se crea la Ley de Defensa de la República, se dice que quien vaya en contra será sancionado. Imagínate esa situación en la actualidad, cuando la política se hace desde la partitocracia en el Parlamento.

Como Luján no deja de cohesionar términos e ideas durante la conversación, menciona que el 8 de marzo será el Día Internacional de las Mujeres. «Es curioso porque las calles de España se van a llenar con una palabra, sororidad, que significa la solidaridad entre mujeres para su desarrollo en esta sociedad dominada por valores masculinos. Sororidad es una palabra inventada por Unamuno, publicada en el prólogo de su novela 'La tía Tula', de 1921», recuerda el investigador. «De esta manera, dos días más tarde de ser nombrado doctor honoris causa, será revivido por cientos de miles de personas en las calles de este país, donde van a utilizar su concepto para reclamar la igualdad. Ahí tenemos, pues, un ejemplo concreto de la inmortalidad, de la eternidad, que don Miguel pregonaba», remacha don Eugenio.



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