jueves, 18 de julio de 2024

EL RETO - 1. ¿Qué somos?

 

¿Qué es ser persona?, me pregunto. Si la persona es algo, como de hecho lo es, quizá deberíamos poder reducirla a una definición que incluyese a todas y cada una de ellas. A los cientos de miles de millones que han existido, a los ocho mil millones de hoy en día, y los otros tantos cientos de miles de millones que -esperemos- seguirán poblando la tierra en siglos venideros. Sin olvidar sus muy diversas actividades, los más extravagantes deseos y extraños sueños que persiguieron, y las muy dispares metas conseguidas o por conseguir, que determinaron su forma de ser.

Una definición tan amplia es muy complicada de encontrar. Siempre van a aparecer elementos disonantes; notas con las que no todos estén de acuerdo; aspectos de la vida humana que, para unos se quedarán fuera, mientras que para otros serán determinantes y esenciales.

Teniendo en cuenta esta dificultad, y sabiendo que a una persona se la puede definir por lo que es, pero también por aquello que no es (nuestros enemigos también nos definen, nuestras no-elecciones también son una característica de nosotros como individuos), para aceptar una definición de qué sea el ser humano, me decanto por resaltar aquello que no tenemos. Asumo, pues, la idea de que, si somos algo, toda persona es un ser carente.

Como ocurre en otros campos y en la mayoría de las disciplinas humanas, la sencillez puede conseguir maravillas. Y en este caso, con solamente dos palabras: somos carentes, considero resuelto uno de los grandísimos interrogantes de la humanidad, y que durante siglos ha sido una pre-ocupación, una tarea no conclusa, llena de escollos y de problemáticas derivadas, con las que luego fue muy complicado lidiar.

Somos carentes porque nos faltan siempre cualidades por completar, por conseguir en diferentes grados. Y, sobre todo, porque ni nos damos a nosotros mismos la vida para existir, ni tampoco somos dueños de nuestra muerte, entendida como desaparición total. Procedemos de la interrelación de dos personas que resuelven (de alguna manera) unir sus destinos; o de la decisión libre de una mujer que decide ser madre de la forma que considere. Nuestra existencia, nuestra venida a este mundo, no está en nuestras manos: dependemos de las decisiones de otros, y así podríamos seguir ascendiendo e investigando en nuestro árbol genealógico. Somos, existimos, porque otros han querido que así sea.

Pero, lo mismo ocurre con la muerte. Tampoco somos libres para decidir sobre ella. Ni siquiera el que se suicida elige la muerte; ni tampoco lo hace quien, en un momento consciente y cabal de su existencia, solicita la eutanasia. Como mucho, podremos afirmar que la adelantan, que la programan. Porque, una vez que existimos, nadie puede elegir entre la vida y la muerte, en tanto que la muerte forma parte de la vida. Solo muere quien vive, quien existe. Y esto es un principio vital insalvable, tautológico. Pero es que, además, se da la circunstancia de que incluso tras nuestra muerte biológica, seguiremos existiendo durante varias generaciones (los más humildes), o durante siglos (las personas más insignes de nuestras sociedades) en el recuerdo que, de nosotros, guarden y revivan los demás. Y sobre esto, tampoco cada uno de nosotros tiene poder alguno.

Es una reflexión que, además de curiosa, me parece necesaria. Todo ser humano, en tanto que individuo concreto, ha dependido, depende y dependerá de otras personas. Es una relación de necesariedad respecto del prójimo, del próximo, del cercano, que es imposible de deshacer. Es, pues, un dato fehaciente el que siempre dependemos de los demás. Que somos y seremos seres en tanto que estamos en relación con otros, con los otros, ya sean familiares, amigos más o menos cercanos, compañeros, conciudadanos o simplemente seres humanos con los que compartimos en un momento determinado un espacio y un tiempo.

La teoría de la relatividad en física comienza al poner el énfasis en la nula existencia de un marco absoluto de referencia. Pues bien, considero que lo mismo ocurre en el campo de las ciencias sociales: de la antropología, la etnología, la sociología, la ética, la moral, la política, la psicología, … No hay un marco de referencia desde el que “ser, ser humano”; no existe una naturaleza humana previa de la que nos desgajemos nosotros, como pretendía aquel antiguo y metafísico principio de individualidad. No somos secciones individuales de un todo al que se llama humanidad. Sino más bien lo contrario: cada persona, en tanto que ente singular y concreto, se constituye, se construye y se realiza constantemente, día a día, decisión a decisión. Eso sí, desde el límite insalvable, constituida como constante dentro del mundo de las ciencias sociales, de la sociabilidad humana: todo acontece en el ser humano, desde su mismísimo nacimiento hasta su propia muerte, en contacto con el otro, con el próximo, con los demás.

Un contacto que le permite a cada persona ir descubriendo eso que está siendo ahora, o lo que le gustaría llegar a ser. Además, desde ese movimiento en construcción constante es capaz de valorar las actitudes y comportamientos de los otros, los pensamientos y las acciones de quienes le rodean. Y así, calcular a su vez sus propias elecciones, calificar sus consecuencias, y proponerse metas a futuro que, según su perspectiva, puedan mejorar el desarrollo de la construcción constante como persona concreta e individual que es; así como optimizar las múltiples esferas sociales en las que cada uno desarrolla su propia existencia.

 

Eugenio Luján Palma – Filósofo Esta obra está bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0


miércoles, 17 de julio de 2024

EL RETO - Introducción

 

Bienvenido a mi blog.

 

Hoy doy comienzo a “El Reto”.

Como anuncié ayer desde mi canal de YouTube “Filosofía Hoy”, he decido escribir cada día un capítulo, con la pretensión de que al final del verano de 2024 se pueda constituir en libro, en formato de papel o ebook. No sé si lo conseguiré: de ahí su título. Es un reto sentarse cada día delante de un folio en blanco para dar forma a una meditación filosófica sobre un tema en concreto.

Es un reto, porque mi compromiso y la voluntad de escribir está. Pero las ideas, la capacidad de hilvanarlas para que tengan sentido, con una prosa comprensible, amena en lo posible, y -además-, hacerlo desde la filosofía, tocando aspectos antropológicos, gnoseológicos, éticos, morales, políticos, … es todo un desafío.

Es un reto, porque estoy decidido hoy a no faltar ningún día hasta el final del verano, a colgar cada veinticuatro horas de este caluroso estío una nueva reflexión. Es un reto porque espero tener la capacidad de cumplir esta palabra, y el beneplácito de la fortuna, para lograrlo.

Es un reto, porque pretendo despertar en ti -amigo lector-, estés donde estés y tengas los intereses que tengas, la suficiente atracción como para conseguir que te acerques cada día a meditar junto a mí, desde la distancia.

Pero, también es “El Reto” porque las reflexiones se van a centrar en las condiciones éticas, políticas y sociales desde las que se fundamenta la sociedad española de hoy, y -por ende- esa supranación que es Europa, a la que también pertenecemos y de la que participamos. Una sociedad que considero cada vez más polarizada en torno a conceptos como son los de convivencia, derechos y deberes, solidaridad, de empatía con el otro, libertad,... Por lo que estimo necesario aportar una visión que nos aleje de cualquier egoísmo individualista, que siempre valora la situación a corto plazo, para ofrecer una propuesta de entendimiento de comprensión del otro, del diferente, que busca interpretar la realidad desde una postura más largoplacista, y justificándola siempre desde presupuestos filosóficos.

Es “El Reto” porque estamos viviendo, como tantas otras veces, una situación de encrucijada, donde los que más gritan (y a veces ladran) parecen tener más razón. Una encrucijada en la que hay que tomar decisiones de hacia dónde nos encaminamos. Y, por lo que se está viendo, el rumbo que desde no hace mucho tiempo se ha tomado en toda Europa es el del aumento de la segregación y la xenofobia. De ahí “El Reto”: el de conseguir de nuevo virar hacia propuestas más solidarias, de desarrollo mutuo, de comprensión del diferente, de ir eliminado la insolidaridad interna de cada país, y externa con respecto a los otros, que configuran esta Europa nuestra.

El Reto” porque es el momento de que alcemos la voz quienes no estamos de acuerdo con este suicidio colectivo que supone el retranco nacionalista, el pretender diferenciar con toda claridad entre “lo que soy yo y es mío” y el resto de los individuos, cuestionando siempre cualquier tipo de colaboración con el que no es como yo o no me aporta beneficios materiales o inmediatos. Un criterio que lo único que consigue es empobrecer a las sociedades, sean del tamaño que sean (aunque desde ese cortoplacismo lo disimulen como una riqueza).

Este es el por qué, el cómo y el para qué de “El Reto” que desde hoy te propongo, amigo lector. ¿Lo aceptas?


Eugenio Luján Palma – Filósofo Esta obra está bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0



lunes, 24 de junio de 2024

Un plato indigesto: las ratios, lastre de la Educación en Castilla-La Mancha


A estas alturas del siglo XXI, todos nos hemos acercado en algún momento, o con cierta frecuencia, al mundo de la gastronomía. ¡Quién no se ha colgado un delantal para preparar un plato con tinte más o menos tradicional, o más o menos sofisticado, o solamente para picotear algo! La cocina no deja de ser un pequeño laboratorio de alquimia, donde los elementos se transforman en contacto unos con otros, para dar lugar a algo nuevo y diferente. Pero, para conseguir ese producto final, distinto de los que lo componen, el proceso debe estar regido por unas proporciones. Esas que nos pueden llevar a la gloria, si se respetan; o al desastre, si las forzamos o las obviamos.

Por eso, los secretos más ocultos de cualquier amante del arte culinario no son los ingredientes: que un paladar educado puede detectar, tras una cuidadosa cata; sino las proporciones: tanto de ingredientes como de tiempos de ejecución. ¡Ahí está el auténtico secreto de la transformación de un conjunto de productos en un deleitoso plato!

El proceso de enseñanza que se vive a diario en nuestras aulas de los centros educativos, tiene mucho que ver con este arte culinario. Hay que buscar el mejor resultado final en cada alumno en la asunción de conocimientos y destrezas; pero teniendo en cuenta que conviven adolescentes y jóvenes con características peculiares, diversas y con muy distintos intereses (lo que hace que todas las aulas sean diferentes entre sí).

Y, de la misma manera que el hacerte con un magistral libro de recetas, no te hace un buen cocinero; el aventurar las teorías pedagógicas más novedosas e innovadoras, no te hace ser un mejor profesional de la enseñanza. Si no conoces la receta, evidentemente no podrás elaborar el plato; cuanto más diestro esté el profesional en técnicas pedagógicas, mejor podrá interpretar esa realidad del aula concreta que vive (y que siempre difiere a las otras). Pero, aunque trabaje con los mejores productos para conseguir una exquisita elaboración, si no se respetan las proporciones -las ratio- en cantidades y tiempos, jamás se conseguirá obtener el plato deseado.

Ese es el dilema auténtico que los dirigentes de este gran restaurante, que es la enseñanza pública en Castilla La Mancha, aún no se han planteado. Y me refiero a los actuales, pero también a los anteriores de los actuales: a todos los que, desde hace años (ya más de una década), han visto en la ampliación de la ratio el más disimulado recorte en el presupuesto. Pretenden elaborar platos de calidad utilizando buenos medios y recursos, pero cercenando las ratios y las proporciones, fundamentales -como en cocina- para la elaboración de una enseñanza de calidad. Un dilema que, como políticos (de profesión o asesores arrimados) devuelven hábilmente al ámbito del profesorado, haciéndoles responsable de ser desconocedores de las recetas más novedosas, necesarias -según ellos pretenden inculcar en la sociedad- para ese salto de calidad.

Con ratios, para el curso 2024-2025, de 30 alumnos por clase en las aulas de la ESO (donde están los niños castellanos manchegos de 12, 13, 14, 15 y 16 años), y de hasta 32 para las de Bachillerato, estos Gerentes de la Administración Educativa pretenden que los profesionales de la enseñanza consigan las más exquisitas elaboraciones. Y, además, ponen el foco sobre nosotros haciéndonos responsables de las consecuencias inmediatas de tal catastrófica medida, que -como he comentado anteriormente- venimos soportando desde hace ya demasiadas legislaturas.

Tanto en educación como en gastronomía, la magia está en la proporción, en la ratio. Todo dependerá de lo que el Gerente pretenda conseguir: o engañar a los estómagos mientras se afirma que se da de comer, y a la vez culpar de ello a los profesionales que lo preparan; o promover la elaboración de un buen menú equilibrado, que alimente, nutra y enriquezca a nuestra juventud.

Por tanto, estimados dirigentes educativos, la mejora solamente podrá hacerse realidad desde el momento en el que se respeten los tiempos y las proporciones, es decir: las ratios. ¡Piénsenlo!

 

 

Eugenio Luján Palma – Filósofo


https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/eugenio-lujan-palma-plato-indigesto-ratios-lastre-educacion-castillala-mancha-20240624194329-nt.html



EL RETO - 10. El cruel septuagenario siglo XX (y2)

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