domingo, 29 de agosto de 2021

Vandalismo contra Unamuno

 

Cuando me creáis más muerto // retemblaré en vuestras manos”, escribió Miguel de Unamuno en 1929. Hoy en día, después de 85 años de su muerte, y sin haber sido aún repuesto desde las instituciones democráticas como el auténtico intelectual que tuvo este país en los últimos siglos, Don Miguel sigue siendo objeto de escarnio. Han sido muchas las veces que han tenido que dragar parte de la ría de Bilbao, en busca del busto que el genial Victorio Macho le dedicó cuando estaba desterrado en Hendaya, porque vándalos desalmados lo cortaban de su pedestal queriéndolo hundir en el olvido.

Hace unos días, vecinos de la calle Ronda de Bilbao, en su casco viejo (en el Bilbao de las siete calles, como le gustaba decir a Unamuno), han denunciado nuevas pintadas y daños en la fachada de la casa en la que nació el 29 de septiembre de 1864. Y lo más hiriente no es ya el maltrato en sí de un simbólico lugar, sino la desidia política de las autoridades municipales por permitirlo, y no restaurarlo con celeridad.

Unamuno fue uno de los grandes intelectuales liberales que ha tenido este país, tal como se entendía ser liberal en el siglo XIX: defensor a ultranza de todas las libertades que posee cada individuo, frente a la sociedad y al Estado. Lo que, entre otras cosas, le convirtió en uno de los luchadores por traer la República de nuevo. Su enfrentamiento con el General Primo de Rivera durante su Dictadura, y al entonces Rey Alfonso XIII, le llevó a ser despojado de su cátedra, de su trabajo, de su sueldo, y a ser desterrado a Fuerteventura. De donde él mismo decidió exiliarse a Paris y después a Hendaya, para luchar contra una Monarquía y una Dictadura corrompida y abyecta.  

Toda su vida fue una lucha contra quienes querían imponerse, eliminando libertades al ciudadano, a los individuos. De ahí que, cuando la República de Azaña empezó a dibujarse olvidando esas libertades básicas y fundamentales de toda persona, y que él tanto defendió, se desmarcó de ese proyecto, y lo criticó con dureza. Lo que le llevó, de nuevo, a ser cesado en sus responsabilidades políticas y educativas, pero ahora de manos de quienes se las habían repuesto.

Esa lucha constante suya en defensa de las libertades, le hizo decir aquello de: “yo no he cambiado, son ellos los que lo han hecho”. Porque Don Miguel siempre estuvo en el mismo lugar, ante la defensa a ultranza de las libertades individuales de todos. Lo que cambiaba era el escenario en el que tenía lugar, un decorado que le circundaba, y a veces le acogía y envolvía como personaje próximo; o le alejaba y repudiaba como opositor y disidente. Pero él nunca abandono esa posición, de la que se hizo defensor ya desde 1884.

Y ahora, esos que quieren presentarse como adalides de la libertad de pensamiento y de expresión, lo hacen buscando borrar, de manera física y de la memoria colectiva, a quien fue uno de sus más grandes defensores: Miguel de Unamuno. Responsable primigenio de que ellos puedan jactarse hoy de ser libres, y de usar esa libertad con fines represivos.

Cuando vibre todo entero, // soy yo, lector, que en ti vibro”, termina su estremecedor poema. Porque, cuando esos vándalos dicen actuar desde su derecho a ejercer la libertad contra la obra de Unamuno, no saben los muy ignorantes que es el propio Unamuno quien retumba entre sus tuétanos: pues a él le deben, entre otras personalidades, que exista hoy un marco jurídico de libertades que le consiente esas incívicas acciones.


Eugenio Luján Palma - Filósofo

martes, 10 de agosto de 2021

Ante la ramplonería social, humanismo

 

El “vizconde demediado”, de Ítalo Calvino, es una metáfora de la sociedad polarizada en la que vivimos aún hoy en día. Tan radicalizada en general que, o estás con unos o estás en su contra: tanto a nivel político, de género, cultural, deportivo, gastronómico, ideológico, … Somos todos vizcondes demediados a quienes se nos ha enseñado a perder una mitad importante y necesaria de nosotros, y a vivir como si no nos hiciera falta, a no extrañarla.

En estos días el Dr. Romero, gran traumatólogo y mejor amigo, acaba de publicar una colección de artículos recogidos con el título de “A mi pesar”. Lúcidos, diversos en su temática y capaces de incitar a la reflexión. Quizá la hebra que los cose no sea otra que la reivindicación del humanismo, de una actitud humanista ante la vida, ante la dura realidad y dentro de esta sociedad tan dicotómica en la que vivimos.

El humanismo surgió allá por el siglo XV para acabar con el encorsetamiento intelectual de la teocracia medieval, poniendo al ser humano como centro de la reflexión y origen de todo conocimiento. Actitud que vuelve a reivindicar Jesús en sus ensayos para entender y así poder proponer mejoras a las circunstancias que nos rodean, situaciones por las que estamos pasando y -como no-, a esta sociedad de extrañeza en la que vivimos.

Dejemos de pensar como hombres de letras o de ciencias; de hemisferios partidos y separados; y pensemos como hombres completos, como “Nada menos que todo un hombre” (en palabras de Unamuno), donde se una lo sentiente y lo pensante, que como ya defendió en toda su obra, y lo demuestra la moderna psicología de la emoción, no es más que una y la misma cosa.

Despertemos en la sociedad la necesidad de buscar la solución a estas encrucijadas que se nos muestran a diario, no desde la ideología partidista, mediada al fin y al cabo, sino desde la unión, desde la completud. Reivindiquemos una sociedad civil comprometida, como ha ocurrido en otros momentos importantes de nuestra historia que, desde esa visión humanista, integradora, donde el objetivo sea buscar soluciones y no azuzar al contrario, limitarle o incluso aniquilarle, se propongan escenarios más realistas como propuestas verdaderamente eficaces y posibles.

Decía Ortega que la crisis europea solo se solucionaría cuando en ella imperase una auténtica filosofía. Quizá -como mantiene el Dr. Jesús Romero en su “A mi pesar”-, el inicio de ello sea el de tomar conciencia de que la perspectiva humanista es la más necesaria en nuestros días, promovida desde un marco de convivencia gestionado por una sociedad civil realmente concienciada y comprometida. Logrando así superar, por fin, al hombre-masa demediado, imperante hoy, en su ramplonería.


Eugenio Luján Palma - Filósofo

EL RETO - 10. El cruel septuagenario siglo XX (y2)

  2. La intolerancia como origen de los conflictos La zona designada como los Balcanes ha sido refugio de pueblos muy diversos a lo largo ...