Censurar no es una acción que
provenga del análisis detenido de unas circunstancias, hechos o de los más
diversos acontecimientos, para su mejora.
Censurar no es fruto de una crítica
constructiva: ni la busca
ni la pretende.
Censurar es un acto violento, porque nace
de quien se considera en posesión de la verdad, del bien y de las normas del
decoro, y las impone.
Quienes censuran, viven por encima
del concepto del bien y de mal de todos los demás, a quienes consideran
equivocados en sus apreciaciones. Porque para estos, el resto de los ciudadanos
debemos ser re-conducidos y guiados en nuestro actuar. Se han proclamado a sí
mismos como los “papitos” de una sociedad infantilizada.
Sin embargo, no olvidemos que -entre otras
aportaciones-, el siglo XVIII fue ya una lucha contra estos. Los ilustrados
decidieron acabar con esa rancia actitud tan patriarcal, para dotar a todos los
ciudadanos de libertad y autonomía en sus acciones. Una libertad y autonomía
que hoy vuelve a ser tachada con bolígrafo rojo por parte de ediles de VOX y
del PP, como ha ocurrido en el pueblo toledano de Quintanar de la Orden.
Lo “papitos”, al estar en la
posesión de la verdad, del bien y de las normas del decoro, vigilantes ante la
perversión en la que pueden caer sus ciudadanos por asistir a una obra de
teatro (“Qué difícil es”), en la que sus actores se muestran en
calzoncillos, deciden que “no es del gusto del público”, y por ello
eliminarla con bolígrafo rojo de la programación cultural.
Es curioso que en el siglo XVI se
utilizase a “il Braghettone” para cubrir las pudendas partes de las
figuras desnudas con las que Miguel Ángel decoró la Capilla Sixtina; y hoy, en
pleno siglo XXI, ya ni siquiera sea aceptado su uso por otros también artistas.
Sin duda que un fantoche de casposa
moralina trasnochada tiene cada vez más presencia en nuestra sociedad. Fantoche
al que hay que parar desde la exigencia del máximo respeto a la libertad,
enmarcada siempre en los límites en la que ésta confluye con la de los demás.
En el 2007 Miguel Bosé publicó su
disco “Papito”, con éxitos como “Morena mía” y “Bambú”.
Pues bien, el grupo de “Mojinos Escozíos” le respondió publicando ese
mismo año: “Pa pito el mío”. Un tema que hoy, los que tenemos los “Mojinos
Escozíos” de esta tropa de casposos “Papitos”, de fantoches
censores, debemos reivindicar más que nunca.
Eugenio Luján Palma - Filósofo
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