jueves, 25 de mayo de 2023

Una segunda y nueva oportunidad

Hanna Arendt nos enseñó la banalidad del terror, cómo desde la trivialización del sufrimiento éste tortura y mata dos veces: en la propia ejecución, y después cuando se vulgariza y desnaturaliza. Es ese totalitarismo impuesto, cuadriculado, rígido, como la celda desde la que mira Picasso, con ojos inquisitivos, de dolor… pero también de esperanza: «Homenaje a Picasso», lo llama su autor. Ojos que buscan, más allá del último ángulo del marco, una brizna de ilusión. Dolorido, con tintes rojos en su más íntimo humanismo, busca salir del encierro que toda oscura ideología totalitaria impone para, con trazos entre surrealistas y cubistas, mostrar después al mundo la realidad de un bombardeo con formas de sueño pasajero.

Realidad, sueño y vida se entremezclan así en su obra, como en esta exposición ocurre en los cuadros de Jesús Romero, humanista y médico. Una realidad maltratada en su aspecto más natural por un consumismo atroz banalizado, que cada día asfixia más a nuestro planeta, haciendo retroceder lo natural al empuje de una basura compulsiva. «Cambio climático» lo titula, donde el medio ambiente se ve retrotraído por el impulso cruel de la contaminación, que abarca cada vez más terreno en el cuadro, empujando a lo natural a una esquina. Mostrándonos su fragilidad, diversidad y cambio constante con esas hojas que el viento arroja hacia un letrero humano, que nos avisa -porque aún muchos lo niegan-, del latrocinio que estamos cometiendo a nuestra madre naturaleza.

Exposición que parte de la banalidad del terror, y que transita al terror del uso tan banal que hacemos de los materiales. Reivindicando otras vidas para una chapa vieja y oxidada (Constructivismo 1), sobre la que reposa el trabajo del hombre -siempre áspero, bronco, monótono como la arpillera-, pero que es lo que le dignifica, lo que le da su esencia. Sin poder dejar de ajustarse a las normas cuadriculadas imperantes, reguladas por una sociedad estricta, pero en donde siempre cabe la libertad de creación del sujeto, del ciudadano, del individuo.

Reutilización de los materiales más banales y vulgares, que nos llevan a comprender, no solamente que: «La vida es un teatro»; sino a entender que la cultura humana, desde el conocimiento, la tecnología, la ciencia, al arte y la religión, son elementos fugaces en la vida del planeta, incluso en el de la propia humanidad. Desde una vieja lata oxidada y abierta como un libro, contemplamos, con la perspectiva de Jesús, la caducidad de la vida y producción humanas. Importantes en cada uno de sus enfoques, imprescindibles en su momento, necesarias para nuestro desarrollo y evolución, pero sin perder de vista su fugacidad.

Una vida humana que se ha construido desde la más pura existencia. No nacemos en forma de proyecto cerrado, sino que debemos construirnos -como lo hace el herrero con el acero en su fragua-, a golpe de decisión. Un noble y recio material que representa la dignidad que todo ser humano tiene. Que reivindica el respeto a cada forma peculiar de vida humana, como esas curvas con las que Jesús diseña su: «Figura existencialista», siempre reafirmándonos en lo que queremos ser; siempre en la búsqueda de nuestra forma más precisa e íntima del Ser.

Exposición abierta en la Galeria Bel-Arte de Toledo, a la que nos invita a entrar su carismático: «Composición informalista 1. Entrada al conocimiento». Obra realizada con materiales que se fue encontrando en sus paseos por el campo. Materiales vulgares, banales, desechados, olvidados, arribados como basura contaminante, pero que en sus manos toman forma de esa puerta que invita a ser abierta, y trasgredida en sus límites.

Metáfora, sin duda, de una sociedad consumista y egoísta que también arrumba a muchas personas, convirtiéndolas en solitarios despojos humanos. Usados hasta la extenuación por un entorno productivo depredador, que termina por enajenarles su esencia y convertirles en los actuales residuos -cual chapa oxidada-, de las poblaciones de hoy. Individuos invisibles con quienes, sin duda, deberíamos también comprometernos para ayudarles a construir una segunda y nueva vida.

 

Eugenio Luján Palma - Filósofo

lunes, 24 de abril de 2023

"Ser Orilla. Estampas de Isla Cristina" de Eugenio Luján encierra reflexiones universales a partir de vivencias personales

 

Escanea el siguiente código QR para leer la ENTREVISTA realizada por Jorge Gómez Jiménez, director de la Revista Literaria LETRALIA, tierra de letras, el 24 de abril de 2023.

Su libro: Ser orilla. Estampas de Isla Cristina

encierra reflexiones universales a partir de vivencias personales:

Eugenio Luján Palma reivindica la originalidad de ser persona

                                                              Jorge Gómez Jiménez - lunes 24 de abril de 2023

                                          

                         




 


 








                                         



 


lunes, 3 de octubre de 2022

Miguel de Unamuno, a pluma de mujer

 

Narra uno de los evangelios que, cuando fueron al sepulcro las mujeres a lavar el cadáver de Jesús crucificado, se encontraron con que la enorme losa que tapaba la entrada, había sido desplazada. Al entrar, comprobaron que su cuerpo ya no estaba, y ante su temeroso desconcierto alguien les dijo: ¿por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? Así, la resurrección de Jesús se mostró con el símbolo del desplazamiento de aquella enorme losa, con la que sus enemigos más viscerales quisieron enterrar hasta su memoria.

Granítica losa pesada con la que otros, a lo largo y ancho de nuestra más vasta historia cultural, han pretendido ocultar el grandioso legado de artistas, escritores e intelectuales. Este ha sido el caso de la magna obra que D. Miguel de Unamuno nos dejó, en aquel lejano ya 31 de diciembre de 1936. Losa diseñada previamente por quienes en su día le vieron como enemigo a batir y que, una vez muerto su cuerpo, pretendieron hacer caer sobre toda su obra buscando su más plácido olvido.

Así, durante la dictadura franquista, su producción literaria y su supuesta adecuada interpretación, estuvo manipulada. Pretendieron filtrarnos hábilmente determinados textos, desde una descafeinada y siempre muy interesada interpretación sesgada de ellos. Evidentemente, hubo importantes indagaciones que buscaron abrirnos los ojos ante tal manipulación, pero que no dejaron de ser escasas y muy puntuales. Voces que hoy consideramos auténticas joyas pioneras en la investigación de su pensamiento.

La Democracia aún le debe a D. Miguel ajustar cuentas ante esa tergiversación, y permitirle lucir tal y como él realmente se expresó. Es penoso comprobar que a día de hoy, en los libros de textos de primaria, secundaria, incluso en los considerados más especializados que se manejan en los estudios universitarios, la explicación y exposición de su pensamiento sigue aquellas líneas maestras que se diseñaron en la ya desaparecida Dictadura, para acallar su potente voz crítica contra quienes ahogan las libertades.

De ahí la necesidad, cada vez más apremiante, de levantar esa granítica losa pesada con la que durante demasiadas décadas se ha pretendido atenuar o eliminar el brío con el que D. Miguel vibra en cada uno de sus renglones.

En su última obra, el “Resentimiento trágico de la vida”, escribe de manera clara y precisa: “Yo no he cambiado. Han cambiado ellos”. Porque él siempre se mantuvo en el mismo sitio: en el de la defensa de todas y cada una de las libertades individuales que cada persona posee, por el simple hecho de serlo. Era el escenario en el que tuvo lugar sus afirmaciones y sus luchas lo que cambiaba: no su posición. Y esa, precisamente, ha sido una de las peores tergiversaciones que hemos heredado, y que se mantiene.

Ante el incipiente nacionalismo, se enfrentó a los bizcaitarras (muchos de ellos, amigos de la infancia); criticó públicamente los desmanes de la monarquía de Alfonso XIII; se le desterró por enfrentarse a la Dictadura de Primo de Rivera; reprochó a Manuel Azaña el diseño de la República que venía diseñando, y -él, que tanto luchó por hacerla realidad- abandonó ese proyecto; no dudó en rectificar su incipiente apoyo al levantamiento del 36, y se enfrentó en público -solo con su palabra- a todo un general rodeado de su séquito armado.

El pasado jueves 29 de septiembre de 2022, conmemoramos en el Ateneo de Madrid el 158 aniversario de su nacimiento, con la presentación de un proyecto: “Bajo pluma de mujer”. Producto del esfuerzo de dos significativas investigadoras de la Universidad de Salamanca, se nos ofrece la posibilidad de acceder a multitud de cartas que él recibió de mujeres: unas conocidas, otras famosas por su contribución a la cultura, y muchas también anónimas. Para quienes él se había convertido en un referente intelectual.

Recordemos que fue Unamuno quien, en su Tía Tula, inventó ese concepto tan arraigado de “sororidad”, y con el significado exacto con el que hoy le utilizamos; que siempre acudió a aquellas reuniones “de mujeres” -como muchos las descalificaban-, para hablarles de sus ideas y pensamientos; que nunca renunció a defender la igualdad y la libertad de todos y cada uno, en cualquier foro que se encontrase.

Bajo pluma de mujer” es un esfuerzo más por conmover esa granítica losa pesada que aún quiere conservar la tergiversación de su obra; y que solo con su desplazamiento, conseguiremos la resurrección de su auténtico pensamiento. Un esfuerzo bienvenido por quienes mantenemos que existe una unidad de sentido que transitas por toda su obra; y reivindicamos su figura como la del intelectual más importante que hemos tenido. Por quienes, en definitiva, luchamos para que la fuerza de cada renglón escrito por D. Miguel consiga volver a vibrar en la mente de esos lectores futuros, hasta estremecerles en su zona de confort.

 

Eugenio Luján Palma – Filósofo


domingo, 29 de agosto de 2021

Vandalismo contra Unamuno

 

Cuando me creáis más muerto // retemblaré en vuestras manos”, escribió Miguel de Unamuno en 1929. Hoy en día, después de 85 años de su muerte, y sin haber sido aún repuesto desde las instituciones democráticas como el auténtico intelectual que tuvo este país en los últimos siglos, Don Miguel sigue siendo objeto de escarnio. Han sido muchas las veces que han tenido que dragar parte de la ría de Bilbao, en busca del busto que el genial Victorio Macho le dedicó cuando estaba desterrado en Hendaya, porque vándalos desalmados lo cortaban de su pedestal queriéndolo hundir en el olvido.

Hace unos días, vecinos de la calle Ronda de Bilbao, en su casco viejo (en el Bilbao de las siete calles, como le gustaba decir a Unamuno), han denunciado nuevas pintadas y daños en la fachada de la casa en la que nació el 29 de septiembre de 1864. Y lo más hiriente no es ya el maltrato en sí de un simbólico lugar, sino la desidia política de las autoridades municipales por permitirlo, y no restaurarlo con celeridad.

Unamuno fue uno de los grandes intelectuales liberales que ha tenido este país, tal como se entendía ser liberal en el siglo XIX: defensor a ultranza de todas las libertades que posee cada individuo, frente a la sociedad y al Estado. Lo que, entre otras cosas, le convirtió en uno de los luchadores por traer la República de nuevo. Su enfrentamiento con el General Primo de Rivera durante su Dictadura, y al entonces Rey Alfonso XIII, le llevó a ser despojado de su cátedra, de su trabajo, de su sueldo, y a ser desterrado a Fuerteventura. De donde él mismo decidió exiliarse a Paris y después a Hendaya, para luchar contra una Monarquía y una Dictadura corrompida y abyecta.  

Toda su vida fue una lucha contra quienes querían imponerse, eliminando libertades al ciudadano, a los individuos. De ahí que, cuando la República de Azaña empezó a dibujarse olvidando esas libertades básicas y fundamentales de toda persona, y que él tanto defendió, se desmarcó de ese proyecto, y lo criticó con dureza. Lo que le llevó, de nuevo, a ser cesado en sus responsabilidades políticas y educativas, pero ahora de manos de quienes se las habían repuesto.

Esa lucha constante suya en defensa de las libertades, le hizo decir aquello de: “yo no he cambiado, son ellos los que lo han hecho”. Porque Don Miguel siempre estuvo en el mismo lugar, ante la defensa a ultranza de las libertades individuales de todos. Lo que cambiaba era el escenario en el que tenía lugar, un decorado que le circundaba, y a veces le acogía y envolvía como personaje próximo; o le alejaba y repudiaba como opositor y disidente. Pero él nunca abandono esa posición, de la que se hizo defensor ya desde 1884.

Y ahora, esos que quieren presentarse como adalides de la libertad de pensamiento y de expresión, lo hacen buscando borrar, de manera física y de la memoria colectiva, a quien fue uno de sus más grandes defensores: Miguel de Unamuno. Responsable primigenio de que ellos puedan jactarse hoy de ser libres, y de usar esa libertad con fines represivos.

Cuando vibre todo entero, // soy yo, lector, que en ti vibro”, termina su estremecedor poema. Porque, cuando esos vándalos dicen actuar desde su derecho a ejercer la libertad contra la obra de Unamuno, no saben los muy ignorantes que es el propio Unamuno quien retumba entre sus tuétanos: pues a él le deben, entre otras personalidades, que exista hoy un marco jurídico de libertades que le consiente esas incívicas acciones.


Eugenio Luján Palma - Filósofo

martes, 10 de agosto de 2021

Ante la ramplonería social, humanismo

 

El “vizconde demediado”, de Ítalo Calvino, es una metáfora de la sociedad polarizada en la que vivimos aún hoy en día. Tan radicalizada en general que, o estás con unos o estás en su contra: tanto a nivel político, de género, cultural, deportivo, gastronómico, ideológico, … Somos todos vizcondes demediados a quienes se nos ha enseñado a perder una mitad importante y necesaria de nosotros, y a vivir como si no nos hiciera falta, a no extrañarla.

En estos días el Dr. Romero, gran traumatólogo y mejor amigo, acaba de publicar una colección de artículos recogidos con el título de “A mi pesar”. Lúcidos, diversos en su temática y capaces de incitar a la reflexión. Quizá la hebra que los cose no sea otra que la reivindicación del humanismo, de una actitud humanista ante la vida, ante la dura realidad y dentro de esta sociedad tan dicotómica en la que vivimos.

El humanismo surgió allá por el siglo XV para acabar con el encorsetamiento intelectual de la teocracia medieval, poniendo al ser humano como centro de la reflexión y origen de todo conocimiento. Actitud que vuelve a reivindicar Jesús en sus ensayos para entender y así poder proponer mejoras a las circunstancias que nos rodean, situaciones por las que estamos pasando y -como no-, a esta sociedad de extrañeza en la que vivimos.

Dejemos de pensar como hombres de letras o de ciencias; de hemisferios partidos y separados; y pensemos como hombres completos, como “Nada menos que todo un hombre” (en palabras de Unamuno), donde se una lo sentiente y lo pensante, que como ya defendió en toda su obra, y lo demuestra la moderna psicología de la emoción, no es más que una y la misma cosa.

Despertemos en la sociedad la necesidad de buscar la solución a estas encrucijadas que se nos muestran a diario, no desde la ideología partidista, mediada al fin y al cabo, sino desde la unión, desde la completud. Reivindiquemos una sociedad civil comprometida, como ha ocurrido en otros momentos importantes de nuestra historia que, desde esa visión humanista, integradora, donde el objetivo sea buscar soluciones y no azuzar al contrario, limitarle o incluso aniquilarle, se propongan escenarios más realistas como propuestas verdaderamente eficaces y posibles.

Decía Ortega que la crisis europea solo se solucionaría cuando en ella imperase una auténtica filosofía. Quizá -como mantiene el Dr. Jesús Romero en su “A mi pesar”-, el inicio de ello sea el de tomar conciencia de que la perspectiva humanista es la más necesaria en nuestros días, promovida desde un marco de convivencia gestionado por una sociedad civil realmente concienciada y comprometida. Logrando así superar, por fin, al hombre-masa demediado, imperante hoy, en su ramplonería.


Eugenio Luján Palma - Filósofo

sábado, 3 de abril de 2021

Paciencia docente

 [Publicado en varios periódicos digitales de Castilla-La Mancha]


Llegó Filomena como impetuoso regalo de Reyes, y tendió su majestuoso manto nevado sobre la comunidad. Incomunicó ciudades, pueblos y personas, impidiendo que un gran número de trabajadores pudieran acudir con normalidad a su puesto.

Desde la Consejería de Educación suspendieron las clases, y no se les ocurrió otra alternativa que con la obligatoriedad de recuperar esos días lectivos perdidos. Sin caer en la cuenta de que la solución más inmediata y eficaz ya estaba lista desde septiembre, a falta de dar la orden para aplicarla. Porque fue desde su sancta sanctorum, desde esos despachos alejados ya de la tiza pero que dirigen los designios de la educación de esta comunidad, desde donde partieron las instrucciones de programar para este curso todas las asignaturas de cada departamento contemplando la posibilidad de tres escenarios: el presencial, el semi-presencial y el on-line (por si había confinamiento). Lo que, a la hora de programar, supuso triplicar por asignatura el trabajo en septiembre de los docentes.

Evidentemente que estaban previstos por si la pandemia se cebaba de nuevo, pero que -por estar ya todo programado desde inicios del curso-, en cuestión de horas el escenario on-line se habría activado en todos los Centros Educativos: y así, ni los docentes se hubiesen visto privados de dar sus clases, ni sus alumnos el recibirlas. Sin embargo, nadie perteneciente a ese sancta sanctorum de la Consejería de Educación se acordó de esas instrucciones que ellos mismos habían ordenado: ¿para qué, si podemos improvisar otras, y las acatarán sin rechistar? La recuperación de esos días lectivos no tiene su causa en la nevada, sino en una medida política de quienes no supieron activar las instrucciones que ellos mismos impusieron al inicio de curso, y que maestros y profesores habían desarrollado.

Estos días de pasión ha coincidido con la vacunación de los docentes. En Toledo se ha centralizado la de la mayor parte de los Centros Educativos de la provincia, y el final de semana ha sido caótico. Así como en Talavera funcionó de manera ejemplar, en Toledo el jueves se dejó de citar a los afectados; han estado toda la semana santa pendiente del móvil sin poder hacer planes por si llegaba ese aviso; llamaban a compañeros para intentar dilucidar el criterio y así intuir para cuando su vacunación; un numeroso grupo de profesores tuvieron que solicitar en ventanilla esa citación que no llegaba, mientras el Sescam y la Delegación de Educación se achacaban las culpas del caos de ese día. Y cuando por fin se procede a la vacunación, en Toledo no registraron ni el lote ni ninguno de los parámetros contemplados en los documentos que todos aportaban.  

Ambas circunstancias son nuevos ejemplos de esas desconsideraciones sobre los docentes, que aún deben agachar la cerviz ante la autoridad y dar las gracias por estar ya todos vacunados, sin ocurrírseles protestar por esos días de fiesta no disfrutados que se pierdan en el limbo de la inutilidad política. A lo que se suma aquella nefasta y dolorosa intervención -que aún duele- del más alto representante gubernativo, donde hace un año relacionaba la necesidad del confinamiento con más vacaciones para los docentes.

Todos sabemos que de esto hay responsables concretos, pero la máxima responsabilidad es suya Sr. Page. Recordando a Cicerón, yo me pregunto: “Quousque tandem abutare, Page, patientia nostra?

 

Eugenio Luján Palma - FILÓSOFO

miércoles, 31 de julio de 2019

Unamuno frente al esperpento de relatores y relatos sibilinos

          [Publicado en La Gaceta de Salamanca, el 31 de julio de 2019]


Vivimos en el mundo de la post-verdad. En el de los relatos creados para acomodar la realidad, sin importar que sean estos los que realmente emanen de ella. Tras la investidura fallida del sr. Pedro Sánchez, PSOE y Unidas Podemos buscan hilvanar relatos que les permitan presentarse ante sus votantes como las víctimas del boicot del otro. Negociaciones que deberían haber sido con luz y taquígrafos para todos, pero que hemos visto desarrollarse en función de las filtraciones interesadas que cada parte ha ido desvelando: precisamente, para poder estructurar posteriormente en explicaciones con sentido, esas negociaciones que se iban alumbrando ya como fallidas. Y entre las invectivas que se lanzan los unos a los otros, estructuradas en un argumentario presentado por ambas partes desde la coherencia más sibilina, se cuelan menciones entre parlamentarios vascos de uno de los vascos más universales que tenemos en España: Miguel de Unamuno.

Fue esperpéntico contemplar cómo el representante de EH Bildu, grupo parlamentario que a día de hoy no ha condenado un solo atentado de la banda terrorista y asesina de ETA, se siente preocupado por la normalización que en esta legislatura ha tenido la extrema derecha en el Parlamento, con capacidad de veto. Fue esperpéntico también oír cómo desde la bancada de VOX utilizan una adaptación de la famosa frase que el propio Unamuno lanzó, hace ya casi 83 años, al General Millán-Astray, precisamente para separarse y marcar la diferencia con la actitud, el comportamiento y el talante que ese militar representaba y mantenía. Y no deja de ser menos esperpéntico que esta apropiación de palabras e ideas de Unamuno por parte de VOX, cuya presencia parlamentaria chirría en HB Bildu, dejase perplejo al representante del PNV: “esto es el mundo al revés”, espetó.

Más que el mundo al revés, se trata de una suerte de relatores en busca del mejor relato posible, para blanquear una realidad que aconteció de una manera, y que no interesa ser contada con esa precisión que da ajustarse a los hechos.

Que el PNV se extrañe de la manipulación de la famosa frase de Unamuno, es esperpéntico por la manera en el que la que le han tratado y tergiversado sucesivamente. Salvando al añorado Iñaki Azcuna (y en su nombre a esos pocos peneuvistas unamunianos), que no tardaba en vaciar la ría para reponer en su columna corintia el busto arrancado a Unamuno de su propia plaza, muy pocos han puesto verdadero empeño por mantener viva su memoria, su trayectoria intelectual, y potenciar su legado. Aunque debe saberse que ya Unamuno con 22 años, en varios artículos publicado en 1886 en la Revista de Vizcaya, estableció sus diferencias y oposición a las teorías que su paisano Sabino Arana venia pergeñando: una distancia que, desde entonces, mantuvo siempre, y unas ideas que no cejó en combatir.

Que la derecha más extrema como es VOX, haga suyas las palabras “venceréis pero no convenceréis”, es también esperpéntico: otra manera de maquillar unos hechos para elaborar un nuevo relato, donde mostrar a Millán-Astray y Unamuno subsumidos, englobados en unas mismas circunstancias, pero nunca enfrentados. Cómo fueron expresadas por el todavía Rector, es un secreto que guardan las paredes del Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Qué respuesta exacta saliera de la tullida boca del General, tampoco aporta o mengua nada a esas cuatro palabras que, conjugadas como fuere, llenó de dignidad al Unamuno intelectual, y a todos aquellos caídos en el frente, en los paredones o cunetas de la sangrienta España del 36. Palabras que ahora algunos pretenden que llenen también de esa dignidad precisamente a quienes perpetraron el golpe y levantamiento, frente a la legalidad vigente de la República; a esos que no tardaron en decretar lo más parecido a un arresto domiciliario de Unamuno, por expresarse como lo hizo.

Pero es que, además, esas cuatro palabras –quizá las más llenas de dignidad de la historia-, se convierten en notario de la coherencia y unidad de sentido de su obra. Son uno de los hilos conductores que, siguiéndolo, acaban con ese otro también relato compuesto y fomentado en la dictadura, que tilda a don Miguel de pensador incongruente e incoherente. Se trata de cuatro palabras que tienen su fundamento en la conferencia nunca dictada “El derecho y la fuerza”, escrita entre finales de 1886 y principios de 1887 donde afirma: “Cada cual libre en su esfera, libre de asociarse y de dejar la asociación, libre para pactar y libre para romper el pacto, únicamente no es libre para atacar la libertad ajena, luchen las libertades en el contrato, no las voluntades en la fuerza, al vencimiento que es el sucumbir de la libertad sustituya el convencimiento que es el sucumbir de la voluntad”. ¿Una idea expresada con 22 años y mantenida hasta los 72, no demuestra la unidad de sentido de su obra?, ¿no es una prueba de su coherencia? Idea que, entendida así en su germen, nos hace apreciar cómo es utilizada desde VOX como relator, para pergeñar un nuevo relato interesado.

Quizá por eso, ante la falacia de la post-verdad entendida como forma válida de interpretar la realidad, se erige la fuerza y congruencia de obras como la de don Miguel de Unamuno que, a pesar de los innumerables intentos de relatores y relatos por banalizarla, pervive como referente ante aquella. Y que es precisamente desde su lectura, desde la que podamos denunciar que lo que en esta España sigue aún proliferando sea esa actitud de ir de relato en relato: miremos, por ejemplo, de reojo a Cataluña... De relatores en busca del mejor relato. Pero no para describir y ahondar en la realidad social española, desde donde encontrar efectivas soluciones a nuestros problemas de convivencia. Sino para, de manera interesada, crear un relato con visos de coherencia a partir de unos hechos desfigurados y contrahechos fáctica y moralmente, para legitimarlos. Eso ya lo descubrió Valle-Inclán en los espejos del callejón del gato, y lo llamó esperpento.


Eugenio Luján - FILÓSOFO


https://www.lagacetadesalamanca.es/opinion/unamuno-frente-al-esperpento-de-relatores-y-relatos-sibilinos-DY1364467

EL RETO - 10. El cruel septuagenario siglo XX (y2)

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